Built during the 1600’s, this breathtakingly gorgeous Baroque style church and monastery is among the most important historic sites in Lima. The Church of San Francisco and its monastery offer a fascinating glimpse into a culture already splashed with diversity upon arrival in what was thought to be a New World, a culture that continued to evolve, influenced by that of the indigenous peoples it encountered.
The exterior, while beautiful in line and design, doesn’t prepare the eye for the amazing array of color and pattern within. The richly ornate Baroque interior, the high ceilings, the use of light and color are captivating. Once the initial rush of amazement upon stepping into such unexpected beauty fades, deeper details emerge. There’s a distinct Moorish feel underneath the Baroque, seen in details like the geometric tile designs and colors.
Not surprising, considering the centuries long struggle between the Islamic Moors and the Catholic Spanish for control of Iberia. Elements of design can be seen in this church that reach back to eras lost until the Moorish translations of ancient Greek and Roman texts made their way back into Latin during the final century before the expulsion of the Moors from the Iberian peninsula.
Some of the art work held in the Church and monastery, like a 1656 Last Supper painting, offer powerful symbols of the melding of indigenous and Spanish cultures into what would be eventually described with the word
In addition to their quest for gold and other valuables, the Spanish sought souls. Their conversion efforts often involved the sword, and other methods able to make one long for the quickness of that sword.
Many indigenous people continued to worship their gods in the form of specific Catholic saints, something still seen today, keeping ancient traditions alive and infusing Latin American Catholicism with a unique, colorful spirit.
In that 1656 Last Supper painting, they eat fried guinea pig and tropical fruits, while drinking from golden Inca cups, blending indigenous culture with one of Christianity’s most sacred meal events. It is a culture blending masterpiece, a must-see piece of art when taking Spanish lessons in Lima.
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Esta impresionante y hermosa iglesia y su monasterio de estilo barroco, construidos en el siglo XVII, son algunos de los lugares históricos más importantes de Lima. La Iglesia y monasterio de San Francisco ofrecen una fascinante mirada a una cultura salpicada de diversidad desde el momento en que llegó a lo que se creía que era un Nuevo Mundo; esta cultura siguió evolucionando, influida por la de los pueblos indígenas con los que se encontró.
El exterior, aunque es hermoso en línea y diseño, no prepara al ojo para la increíble variedad de colores y patrones interiores: el barroco ricamente adornado, los techos altos y el uso de la luz y el color son cautivadores. Cuando el asombro inicial de encontrarnos con esta belleza inesperada se desvanece, aparecen detalles más profundos. Debajo del Barroco se percibe el inconfundible estilo Morisco, en detalles como diseños de mosaicos geométricos y colores.
No es de extrañar, teniendo en cuenta la larga lucha de siglos entre los moros islámicos y los españoles católicos por el control de Iberia. En esta iglesia se observan elementos de diseño de épocas perdidas, remontándose a cuando las traducciones moriscas de antiguos textos griegos y romanos volvieron al latín durante el siglo anterior a la expulsión de los moros de la península Ibérica.
Algunas de las obras de arte de la iglesia y el monasterio, como una pintura de la Última Cena que data de 1656, son un signo poderoso de la fusión de las culturas indígena y española en lo que luego se conocería como mestizo.
Además de oro y otros objetos de valor, los españoles buscaban almas. Sus esfuerzos para convertirlas muchas veces involucraban la espada y otros métodos que hacían anhelar la rapidez de la espada.
Muchos indígenas continuaron adorando a sus dioses en la forma de santos católicos, cosa que actualmente podemos ver; esto mantiene vivas las tradiciones que infunden el catolicismo latinoamericano de un espíritu colorido único.
En la pintura de la Última Cena de 1656, lo que se come es cuyo frito y frutas tropicales, y se bebe en vasos incas de oro, mezclando así la cultura indígena con una de las cenas más sagradas de la cristiandad. Es una obra maestra de mezcla cultural, una pieza que debe verse al recibir clases de español en Lima.