Indigenous communities and small-scale farmers continue to battle against transnational corporations for control of great swaths of land. During the past two decades, thousands of people have been pushed off fields held for generations, theindio blood spilled in the process the last true thing to seep into the soil before Monsanto GMO soy takes hold, changing lives forever.
Soybeans are grown on more than half of the agricultural land in the nation, and 97 percent of the soybeans are grown for export. Argentina has become the third largest soybean grower in the world, with a market share of about 34 percent. Its expansion into domestic farming and forest regions has left hunger in its wake.
Devoting so much land to an agricultural product destined for export has reduced the amount of land used for the farming of traditional crops, those sold domestically, and those that fed the small farmers and local agricultural communities.
As land for cultivating lentils, potatoes, and other nourishing foods and traditional staple crops has been lost, diets have changed. Malnourishment and hunger has spread wide.
The deforestation taking place for still more soybean farming has left indigenous forest dwellers struggling for subsistence. Adapting to the new ways of living forced upon them by the disappearance of the forests and centuries-old ways of life has been difficult.
Supporting small farmers still holding on can help give them the financial strength they need to plant another season, their version of living to fight another day.
Fortunately, enjoying the foods of the local harvest is the best way to explore the myriad of local cuisines and traditional foods of the Argentine people. Eat soy when visiting China or New-Age communes on the west coast of the United States. When you come to study Spanish in Argentina, enjoy the beef of free range cattle, the richly delicious dairy products, and the fine, fresh fruits and vegetables that make up dishes found on traditional tables.
Las comunidades indígenas y los pequeños granjeros siguen batallando contra las corporaciones transaccionales por el control de grandes extensiones de tierra. Durante las últimas dos décadas, miles de personas han sido expulsadas de las tierras que fueron suyas por generaciones; en el proceso se ha derramado sangre india, que fue lo último verdadero que se filtró en la tierra antes de que la soya genéticamente modificada de Monsanto tomara posesión, cambiando las vidas para siempre.La soya se cultiva en más de la mitad de la tierra agrícola de la nación y el 97 por ciento de la soya se cultiva para exportación. Argentina se ha convertido en el tercer productor de soya más grande del mundo, y controla alrededor del 34 por ciento del mercado. Su expansión en la agricultura doméstica y en las regiones forestales ha dejado hambruna a su paso.
Haber dedicado tanta tierra a un producto agrícola destinado a la exportación ha reducido la cantidad de tierra utilizable para la siembra de cultivos tradicionales, los que se venden en la región y que alimentan a los pequeños granjeros y comunidades agrícolas locales.
Conforme la tierra para cultivar lentejas, papas y otros alimentos nutritivos y cultivos tradicionales se pierde, la dieta ha cambiado. La desnutrición y la hambruna se han esparcido ampliamente.
La deforestación que se lleva a cabo para sembrar más cultivos de soya, ha provocado muchos problemas para susbsistir entre los habitantes de los bosques indígenas. Les ha sido muy difícil adaptarse a la vida nueva, forzada por la desaparición de los bosques y sus formas ancestrales de vida.
Apoyar a los pequeños granjeros que han permanecido les puede dar la fuerza financiera que necesitan para sembrar otra temporada, su versión de vivir para luchar un día más.
Afortunadamente, disfrutar de las comidas de las cosechas locales es la mejor manera de explorar las numerosas cocinas locales y tradicionales de los argentinos. Come soya cuando visites China y las comunas de New Age en la costa oeste de los Estados Unidos. Cuando vengas a estudiar español en Argentina, disfruta de la carne de ganado de corral, los deliciosos productos lácteos y las frutas y vegetales frescos que se encuentran en los platillos tradicionales.